Se arremolina la cabeza. Todo va sucediendo. Contraindicaciones al dorso. No quiero girar ahora. Cierro los ojos y no me entiendo. Le voy dando saltos y esquivando pozos. Si saltara en un pie los riesgos de caerme serían mayores. Salto con los dos, fuerte y las rodillas se doblan cuando caigo. Las indicaciones estarán al frente. No las veo. ¿Dónde puedo ir a buscarlas?

Ella mira, observa, busca. Un camino, una palabra, un sentido que no es necesario. Le gusta andar. Visita lugares de irrealidad que reconfortan. Simplemente juega.

Por el camino, seguimos.
Se encuentran nuestras espaldas
de casualidad y nos gusta ese encuentro.
Se encuentran nuestros ojos,
buscándose y se abren.
Pero soñanado igual,
como si estuvieran cerrados.
Son sinceros.